Aquella Madrugada
- Renata Lara
- hace 2 días
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Actualizado: hace 10 horas
Desperté con ganas de ti, llevo días deseándote. No puedo olvidar aquella madrugada febril en la que compartimos la sensación de pertenecernos por unos cuantos minutos.
Sé que aquel acto nos era vedado, pues yo debía encallar en otras coordenadas, pero en ese tris mi único anhelo era sentir el suave tacto de tus labios, era como si un imán me atrajera a ti.
Nos reconocimos, proclamaste mi nombre, y fue ahí cuando mis ojos se dirigieron hacia arriba y pude mirar tu rostro, lleno de luz. La seducción de tus manos me hicieron contemplar la humedad de tu cercanía.
No fue suficiente intimidad la brindada, pues no dudamos un segundo en dejarnos atrapar por un cúmulo de gotas constantes para sellar el pacto. Tal vez ese último acto era nuestro fin, pero ahí comenzó mi interminable martirio de recordar constantemente esta escena. Porque la verdad es que desde aquel día no has dejado de aparecerte en mi mente.
–Renata Lara




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