Desde que tengo memoria las letras han sido parte esencial de mi vida. Mi madre, desde muy temprana edad me leía cuentos y libros, lo que sembró en mí el amor por la lectura. A los 10 años asistí a mi primera feria de libros en la explanada de la entonces llamada delegación (y no alcaldía) Benito Juárez, con el dinero que mi mamá me había proporcionado, compré el libro de Luciérnagas en el Desierto de Daniel San Mateo, texto que despertó en mí la magia y el amor por las palabras.
 
Con los años, mi mente comenzó a germinar símbolos sueltos de las vivencias experimentadas, con el tiempo aprendí a conectar estas “ideas vagas”; desde entonces he atesorado todos mis escritos, pero hoy he decidido abrir una rendija de mi mundo, para compartir contigo estas semillas orales.

Datos más concretos de mí:

• Fui barista por casi 2 años, por ende, ahora me encanta el café.

• Estudié Ciencias de la Comunicación en la FCPyS de la UNAM.

• Disfruto las conversaciones profundas, el Pox y las chelas artesanales.

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P.D: La intensidad de mis palabras es porque siento mucho y tal vez mi esencia es eso: sentir sin miedo.

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Fuente: lo vi en un sueño.

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La vida pesa menos cuando dejas las letras fluir. ¿Cómo empecé a escribir? No lo sé, solo recuerdo que desde siempre ha formado parte de mí, así como las lágrimas que brotan sin aviso, como algo que simplemente ocurre… y permanece.

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Datos curiosos:

- Vegetariana.

- Amante de todos los animalitos.

- Matcha lover.

- Aprendí que la chela es un gusto que se adquiere con la edad.

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